sábado, 4 de enero de 2014

Derribar la música

Prácticamente no he podido dejar de escuchar, desde aquel fatídico día que empecé a hacerlo a un grupo vasco pero muy implicado en la Movida madrileña de los ochenta. Efectivamente, raros de cojones, y como no, con un cantante que engordó su fama por sus problemas de salud y su muerte prematura.

El grupo se llama (o se llamaba) Derribos Arias. No son los que mejor sonido hicieron, pero sí quizás el grupo más original de toda la Movida. Inspirados en el post-punk, synthpop y new wave. Algunos han dicho que este grupo transgredió a su propia época con una filosofía de destrucción de convencionalismos musicales muy próxima a los postulados vanguardistas de principios de siglo XX.

Otros que fueron el típico grupo post-punk cercano al sonido de Joy Division y que simplemente trataban de pasar un buen rato, con letras que sin ser explícitas si podrían tratarse de surrealistas, y a su cantante como un loco que cantaba con una voz casa marciana.

Se trataba un poco de esa filosofía dadaísta de comenzar con el arte desde cero, destruyendo lo anterior, o al menos manifestándose en contra de lo anterior. Un grupo que era un poco de todo. Con su cantante y principal guitarra, que no líder, fue Ignacio Gasca, más conocido como Poch. Un tipo peculiar, debilucho y pálido que aparecía en público con unas gafas de pasta remendadas con esparadrapo. Los otros miembros eran Alberdi en los teclados, Verdera al bajo y Ñete a la batería.

Si el grupo se parecía en sonido y esencia a Joy Division, el propio Poch corrió una suerte similar a la de Ian Curtis (que era mucho más depresivo que el donostiarra) una muerte prematura y después de contraer un extraño síndrome similar a la esclerosis que le mantuvo en estado vegetal sus últimos años de vida. Otra similitud es que ambos grupos publicaron solo dos discos y algunos sencillos.

Una de las claves del éxito de este grupo fueron sus crípticas, hilarantes y absurdas letras que conjugaban con un sonido desquiciante a veces cercano a lo electrónico, otras a lo psicodélico y otras simplemente a lo chirriante.